jueves, 23 de octubre de 2014

Txirrindul​aris en La Sierra



Los amigos betigoras se preparan a conciencia para una dura salida como la que acometimos el sábado (los que menos, subieron más de 1.000 m de desnivel acumulado). Empiezan mortificando el cuerpo  saliendo del hotel en ayunas, con dos cojones. Pero que no cunda el pánico, se tomaron un café en Miraflores de la Sierra rodeados de colmillos y jabalís disecados que llamarón la atención de los aficionados a la caza. Parece poco sólo un café pero es que estaba  muy calentito.
 
Total que entre una cosa y otra llegamos un pelín tarde al punto de salida donde nos esperaba Octavio, ¡ya estamos todos!  2’5 residentes en Vitoria y 3’5 en Madrid ;).

Iniciamos una larga ascensión con buen tiempo que se tornó en calor con las primeras rampas. La ropa a la mochila. Y ya estamos pedaleando agrupados al principio, hasta que salen las primeras cámaras y ¡toma foto! Ahora a un ciclista, ahora a un hongo…
Sobre el kilómetro 9 hay un descansillo, nos reagrupamos y echamos una risas. Encaramos el segundo tramo de “El mirador de los pastores” hasta donde llegamos como las cuentas de un rosario junto el fresquito, para alguno algo más que fresquito, recuperamos las chaquetas y me hubiese gustado haber llevado algo más.
Lo más duro del circo de La Pedriza ya está hecho nos felicitamos y surge el “cabeza poca pero huevos muchos” sin el que muchos ciclista pondrían pie a tierra. Es un buen momento para hacernos unas fotos, reírnos con el stripper del Movistar e intercambiar unas palabras con el compañero del Euskaltel oriundo de Miranda (que nos traía un recado de los dos con más huevos).
A partir de aquí rodamos juntos hasta el desvío de La Nava (2.000 m) hasta donde subió Vidal como un campeón acompañado por Alex y Purito, superando el desnivel y la pista que estaba muy blanda y “sagarra” (manzana da;).
La bajada trepidante y para Alex con la horquilla “rota” más dura y cuando parecía que habíamos llegado… ¡plas! Se rompe la cadena y menos mal que la pudimos reparar antes de que empezase a lloooveer. Corre, corre y al coche
Las tres de la tarde!
 
Y como colofón de un día de bici perfecto: Cena de hermandad con ciclistas mujeres y niños ¡Que alboroto!

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