Al igual que el año pasado, desde
Betigora, decidimos hacer la Euskadi Extrem. Hacía meses que Vidal y yo (Jesús)
estábamos apuntados y llevábamos tiempo preparándonos para hacer un buen papel.
Lamentablemente, a última hora, Vidal tuvo un problema familiar que le impidió
acompañarme. Una pena.
Una vez planteado el reto, me
presenté en la línea de salida, donde estuve charlando con algún conocido
mientras recogía el dorsal, control de firmas, etc. Puntual, a las 11:00 sonó
el pistoletazo de salida y salimos unos 400 flipaos por el Vasco Navarro, corriendo
como si nos persiguiera un oso. Pasamos por el desfiladero de Igoroin, de sobra
conocido pero espectacular y nos presentamos e Maeztu en poco mas de dos horas.
Allí me iba a esperar Alberto pero corrimos tanto que aún no había llegado. Así
que yo seguí para adelante y Alberto me vino siguiendo durante 55km llegando a
la meta sin encontrarnos.
Después del tentempié de Maeztu
tomamos dirección Apellaniz para subir a San Cristóbal y tras un bonito cresterío
tocó una vertiginosa bajada hasta Arlucea. El camino siguió descendiendo, más
tranquilo, hasta la “pasta party” que nos esperaba en Urarte. Con la tripa
satisfecha marchamos por el desfiladero de Okina que con 70km en las piernas me
pareció más duro que nunca y empecé a sentir calambres y las bolas intentaban
subirse constantemente. Llegamos al último avituallamiento en el puerto, por un
camino bastante embarrado y desde aquí,
con mucha paciencia, subida hasta el Palogán.