
Una vez planteado el reto, me
presenté en la línea de salida, donde estuve charlando con algún conocido
mientras recogía el dorsal, control de firmas, etc. Puntual, a las 11:00 sonó
el pistoletazo de salida y salimos unos 400 flipaos por el Vasco Navarro, corriendo
como si nos persiguiera un oso. Pasamos por el desfiladero de Igoroin, de sobra
conocido pero espectacular y nos presentamos e Maeztu en poco mas de dos horas.
Allí me iba a esperar Alberto pero corrimos tanto que aún no había llegado. Así
que yo seguí para adelante y Alberto me vino siguiendo durante 55km llegando a
la meta sin encontrarnos.

Después del tentempié de Maeztu
tomamos dirección Apellaniz para subir a San Cristóbal y tras un bonito cresterío
tocó una vertiginosa bajada hasta Arlucea. El camino siguió descendiendo, más
tranquilo, hasta la “pasta party” que nos esperaba en Urarte. Con la tripa
satisfecha marchamos por el desfiladero de Okina que con 70km en las piernas me
pareció más duro que nunca y empecé a sentir calambres y las bolas intentaban
subirse constantemente. Llegamos al último avituallamiento en el puerto, por un
camino bastante embarrado y desde aquí,
con mucha paciencia, subida hasta el Palogán.
En este punto parecía que con la
bajada por Peña Betoño estaba todo hecho pero me equivocaba por que al llegar a
Mendiola nos mandaron hasta Castillo con la intención de subir Olarizu por el
sendero y eso se nos hizo bastante pesado, después de más de 90km. Pero como
bien está lo que bien acaba, llegué a la Plaza de los Fueros contento y entero,
donde me esperaban mis chicas.
Tengo que agradecer a mis compis
de Betigora y a mi familia que estuvieron pendientes de mi evolución durante
los 100km dándome unos ánimos que agradecí mucho. Sobre todo a Vidal que aunque
no pudo venir, me animó mucho y a Alberto que me estuvo siguiendo todo el día.
Sin más que decir pongo punto
final a un día de duro pedaleo que me ha dejado buen sabor de boca.
Fotos:
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